Saber ser y otros saberes…

Justo ahora, acabando los exámenes del primer cuatrimestre, en la universidad donde trabajo.

Suele ser habitual, que con el uso frecuente de las nuevas tecnologías, consultar, atender y responder a un correo electrónico se ha convertido en casi un acto reflejo.

No es extraño ver como recibes correos electrónicos a las 10PM o a las 3AM. Todos esperamos que la conducta apropiada sea que contestes al correo cuando puedas o cuando el receptor desee.

Reconozco que me costó no responder de inmediato. Pensé, si contesto ahora, mañana no perderé tiempo con este tema.

Una queja de una alumna sobre la nota que había puesto a uno de los trabajos que tenían que realizar.

Términos como, «…estoy indignada…» o «…injusticia..» sazonaban el texto de aquel email, del que podía recibirse lo airado de su discurso e incluso el sonido, metafórico, del teclear del ordenador o cualquier otro dispositivo desde donde lo hubiera enviado.

Dicho acontecimiento, me hizo pensar en algunas cuestiones que quiero compartir con vosotros.

Yo imparto docencia en una Facultad de formación del profesorado, por tanto, mi materia, así como las competencias que debe alcanzar el alumnado, tiene que ver con el «Saber ser», «Saber hacer» y «Aprender a aprender» de un modo muy especial. Revisando las competencias del módulo que imparto apenas pude encontrar una referencia a «Saber ser», pero algo sí que hay. Fue entonces, cuando me pregunté a qué tipo de «saber ser» se estaba refiriendo.

Este «saber» no se refiere a saber ser un sabio o un experto, o un intelectual. Este «saber ser» se refiere a saber ser un maestro (Infantil, Primaria, Secundaria, etc..)

Me asaltó el pensamiento que, para llevar a cabo la docencia, todos los profesores, del nivel que sea, deben gestionar, sus prácticas docentes, mediante un determinado principio de acción.

Hasta hace muy poco, prácticamente desde los primeros años ochenta, la docencia tenía y todavía tiene, como principal objetivo formativo, gestionar la relación entre el profesor y el alumno a partir de la supuesta superioridad del conocimiento en una materia, especialmente de Secundaria en adelante. Eso lo vemos muy claramente en la Universidad y en donde se enseñan saberes relacionados con una determinada especialidad (Formación Profesional, asignaturas en Secundaria y Bachillerato o en Escuelas de Idiomas) Pero eso nos lleva a otro saber. El «Saber hacer», donde el profesor actúa como guía en el aprendizaje significativo de una habilidad o conocimiento de valor.

Entonces ¿Cuál es el principio que sirve para actuar cuando un docente tiene que gestionar el conocimiento que va a impartir? Yo creo que uno más básico y, por desgracia, menos desarrollado y atendido, tanto en la formación de futuros maestros como en la práctica de la docencia.

Me refiero a la «Educación».

Las prácticas docentes adolecen de no seguir un simple patrón general de conducta. La humildad al enseñar, la reflexión de las dudas, la comunicación dialógica (dialogada, no impuesta), el tono de la conversación, el uso adecuado de las palabras.

Recuerdo un pequeño anécdota de una película española que brevemente os resumo. «Un franco, 14 pesetas» (2006):

En esta película, un niño va a vivir con su padre, español, que ha emigrado a Suiza, a trabajar. Allí lo escolarizan en el colegio local. Cuando les enseñaban cómo venían los niños al mundo, lo hacían con un lenguaje sencillo y científico. Su relación con sus amigos del colegio era tranquila, pacífica.

Una vez de vuelta a España, sus padres escolarizan al niño en un colegio de curas. Entonces, un día, el niño viene con el cachete colorado de un golpe en la cara. El niño explica que le ha pegado el profesor. Otro día, pregunta. Y eso es relevante para mí. «..qué es una chuleta..»

Para mí es significativo que cuando el sistema de autoridad no está basado en la racionalidad, sino en el autoritarismo, los alumnos desarrollan estrategias transgresoras, porque hay una clara disonancia entre el objetivo de aprendizaje y el modo en que ha de conseguirse, que es proporcional a aquello que representa la autoridad en la relación de aprendizaje.

Como suele ser habitual, todo el sistema educativo está centrado en la relevancia del conocimiento, a la par de los métodos competitivos,  enganchados, a su vez, al principio de autoridad o, lo que es igual, «lo correcto es lo que yo diga»

Es decir, que si enseñas con autoridad basada en el conocimiento y no basada en modales, terminas enseñando conocimientos con «chuletas» «reclamando la injusticia del profesor» «la indignación de no tener 0,2 puntos en la nota»

Y eso es lo que te encuentras cuando han terminado sus estudios de especialistas y quieren ser profesores. Con la consiguiente petulancia de que sabe y que enseñar solo consiste en imponer su criterio, porque sabe (oficialmente)

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