Por qué es relevante la Sociología en estos momentos de crisis sanitaria.

¿Qué función ocupa la comunicación científica de la Sociología en estos momentos?

¿Qué efecto produce que te llegue una encuesta y te pregunten sobre tus condiciones laborales, sociales o anímicas?

¿Cómo ha de hacerse una buena exploración sociológica en estos momentos de confinamiento?

¿Qué requisito es relevante para cubrir esta nueva necesidad comunicativa?

Los expertos en comunicación han desarrollado múltiples definiciones de qué es comunicar. Los modelos más frecuentes suelen definir la comunicación como un proceso donde transita un sistema de códigos a través de un medio entre un emisor y un receptor. Este modelo, el más convencional nos dice mucho sobre la esencia de la comunicación, pero poco sobre su función social.

Cuando nos comunicamos con nosotros mismos, a través de nuestros pensamientos, no existe un medio ajeno al emisor o al receptor. Y, sin embargo, sentimos que decimos algo a alguien y que ese alguien somos nosotros mismos. Comunicamos cuando escribimos también. En esta ocasión, mientras escribimos y autocorregimos nuestras ideas y pensamientos, el medio si es externo (el bolígrafo y el papel, la computadora, el móvil) pero el receptor es el mismo. Nosotros mismos.

Comunicar, tal y como comúnmente se explica, es una acción social, un hecho que solo puede existir en un entorno de externalidad entre un yo y un otro. Eso hace del comunicar un concepto vinculado a la sociología en cuanto ciencia del estudio de las relaciones sociales.

Hoy vivimos una excepcional oportunidad de poner en valor un déficit comunicativo. El que se ha producido al establecer unas condiciones sociales mayoritariamente sesgadas respecto de los modos de comunicación habituales. Hoy podemos observar que la comunicación unidireccional (propia de los medios de comunicación tradicionales) o bidireccional (la que tenemos en una videoconferencia o en un chat) no es suficiente. No nos aporta la percepción comunicativa que teníamos cuando podíamos hablar con alguien en la calle, cuando podíamos obtener gran cantidad de información no verbal cuando interactuábamos con la gente. En la cola del médico o en la del cine. Los comentarios al aire de una obra de teatro o los gestos de la conversación de una pareja sentada al otro lado del salón de un restaurante.

Hoy empezamos a asistir a un creciente envío de cuestionarios sobre toda clase de temas, normalmente relacionados con el confinamiento, la salud o la familia.

Una encuesta, en cualquier otro contesto distinto al actual sería fácilmente rechazado. Incluso ahora puede que ya haya llegado a la saturación de cuestionarios, pero hoy es distinto.

Es distinto en que la encuesta, si produce el feed-back de ofrecer los resultados, informa de un modelo de comunicación diferente. El modelo social comunicativo. Este modelo no es más que un modo de cubrir una necesidad básica entre los seres humanos. La percepción de la información social.

Aquello que está en déficit, no es nuestra capacidad de comunicarnos, sino el elemento básico de la riqueza informativa, la percepción de lo social. Saber qué se piensa colectivamente.

Es un sustituto, como una píldora si, que te tomas para sentir que hay una cierta certeza mental colectiva. Un tranquilizante de cuál es la certeza común.

Los afectos, habitualmente mediatizados por el marco epistemológico (fuentes de conocimiento) de la psicología, son esenciales desde la sociología porque es en el entorno social, en la percepción social, donde se define la interpretación de los signos.

Si recibes una encuesta en estos días de confinamiento pide que te informen de los resultados, eso convertirá tu aportación en una manera de percibir el pensamiento social, permitiéndote reconocer en otros, a ti mismo.

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